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Estancia jesuítica de Alta Gracia

Manuel Solares, Alta Gracia, Córdoba, Argentina

03547421303

https://museoliniers.cultura.gob.ar/

En 1612, Alonso Nieto de Herrera heredó estas tierras y construyó una iglesia que puso bajo la advocación de Nuestra Señora de Alta Gracia. En 1642 donó la propiedad a la Compañía de Jesús, a la que ingresó. Entre aquel año y 1767 se levantaron los edificios que constituyen el conjunto: la iglesia, la residencia, el obraje, el mirador, el molino, los batanes y el tajamar. La estancia de Alta Gracia, cuya producción se destinaba al mantenimiento del Colegio Máximo de Córdoba, se destacó por sus tejidos de algodón y lana y por sus huertas; contaba además con carpintería, herrería, fundición, jabonería, prensas, botica y hasta barbería. En 1767 pasó a manos de la Junta de Temporalidades, que la vendió en 1773. Tuvo sucesivos propietarios, entre ellos Santiago de Liniers, hasta que el último, José Manuel Solares, dispuso a su muerte en 1868, el parcelamiento de la estancia y su distribución entre "los pobres de notoria honradez". A partir de la estancia nació la villa de Alta Gracia. El conjunto jesuítico quedó emplazado en el centro urbano y lo que fuera explanada procesional, hoy es la plaza principal. La distribución de la estancia es típicamente jesuítica, con un patio central bordeado por las habitaciones y la iglesia, una de las más originales de Córdoba, puesto que no tiene campanario y sólo presenta una pequeña espadaña en la parte posterior. Su fachada barroca muestra el único caso de curvatura mural en nuestra arquitectura colonial. Desde el patio, una escalera da acceso a la residencia, antiguamente reservada para el hospedaje de los sacerdotes y hermanos responsables de la estancia. La casa está resuelta en dos plantas en "L" y junto con la iglesia rodea al claustro de los religiosos. Galerías de arquería definen el claustro en la planta alta.

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