Estancia jesuítica de la Candelaria

Ubicada en un área casi totalmente despoblada, fue la más extensa de las estancias jesuíticas. Las tierras de Rincón de Ocampis pertenecieron por merced real al encomendero español García de Vera y Mujica. Hacia 1678, su hijo Francisco las donó a la Compañía de Jesús, con destino al Colegio Máximo. Además de la capilla con su sacristía, las habitaciones de los religiosos y un pequeño cementerio, la estancia tenía quince puestos, corrales de piedra, chacras y talleres. Los gruesos muros, las escasas aberturas y sólo dos sólidas puertas de algarrobo le daban protección contra los frecuentes ataques de malones. Como la calidad de las tierras no permitía el desarrollo de la agricultura, el establecimiento se dedicó a la explotación de ganado ovino y caprino, además de la cría e invernada de mulas destinadas al Alto Perú. La iglesia, cuya silueta se destaca del resto del conjunto, es de nave única, con grandes muros de piedra a los que se integra un altar de mampostería, que conserva parte de la decoración original, con motivos vegetales policromados. Conserva un espléndido Sagrario y una talla de la Virgen de la Candelaria, en madera de algarrobo. Los techos son de cabriadas de madera cubiertas con tejas "musleras". El frontis triangular de la fachada, con una hornacina, remata en una espadaña de tres campanas y una cruz de hierro. Desde 1977 es propiedad del Gobierno de la Provincia de Córdoba.